viernes, 4 de noviembre de 2011

ANOCHE

Cené calamares a la romana.  O a la andaluza.  Pero en bocadillo.  Que así parece que comes menos... aunque metas los calamares a presión en las baguettes esas que se han puesto de moda y que son tan estrechas... que en realidad no cabe nada.  Entre los calamares, la salsa y el picante, comerte el bocata es más complicado que remar en un botijo (sí, es con b, que lo he buscado en google)

Eran las 19.00 horas... y estaba doblando unos planos para una obra que se presentaba hoy... y me empezó a crujir el estómago.  Que apuro.  Que ruidos tan incómodos.  Así que me imaginé un bocadillo gigante de calamares grasientos con kilos de salsa susurrándome: Cómeme que te voy a llenar la boca de salsa blanca...

Primera parada: Mercadona.  Esa gran cadena de supermercados que algún día dominará el mundo.  Junto a Ikea y sus albóndigas.
Me encanta comprar y cantar por los pasillos "Mercadona, Mercadonaaaaaaa" Es que esa música te anima la compra!! Además si te fijas, casi todo el mundo la canta.  Aunque sea con la boca pequeña.  Esa música te traiciona el subconsciente... y compras más.  Está demostrado.  Yo iba a por calamares y salsa ligera Hacendado y terminé pagando casi 50 euros.  Algo ha fallado.  Pero mi mente sigue... "Mercadona, Mercadonaaaaaaa"
No llevas bolsa de esas ecológicas y el cajero dice que sólo me puede dar una de plástico y de las pequeñas.  Huele a sudor. 

Segunda parada: Casa.  Saludas a tus amigos de MRW que ya te han preguntado una docena de veces si el niño es tuyo o de tu hermana.  ¿Tengo cara de madre? ¿O de vieja? 
Abro la puerta.  Un caos.  El niño llorando, mi hermana cantando algo parecido a Xuxa y mi madre desaparecida (no me extraña)
Pijama.  Y tapones para los oidos.

Tercera parada: Preparar el bocadillo.  Anillas de calamar en harina y sal.  A freir en abundante aceite.  Importante.  El niño está cenando y vomita.  Como Club.  Voy preparando la baguette y la salsa.  Calamares listos.  Una idea atormenta mi cabeza.  Diossssssss habrá limón???? Buscamos.  Sí, hay un limón que ha estado jugando al escondite.  Sólo utilizo la mitad.  Es curioso, siempre utilizamos la mitad de un limón.  La otra la guardas en la nevera, en esa parte reservada para las mitades de limón que nunca utilizas, y que están todas arrugadas y mustias, pero que nunca tiras.  Yo creo que en todas las neveras españolas hay una mitad de un limón mustio.  Y sino en cuanto llegues a casa... abre la nevera.  Ahí estará ese medio limón.  Esperándote.

Cuarta parada.  Comerte el bocadillo grasiento.  Es como un sueño hecho realidad.  A punto de hincar el diente... tu hermana "Puedes venirrrr??????? El niño que se ha cagado.  Anda, hazme el favor de cambiar el pañal"  No puedes decir que no.  Es tu sobrino y ahijado.  ¿Sois conscientes de lo mal que huele la mierda de un bebé de 10 mese?  Ya no te baila el estómago... directamente lo vomitas.  Es asqueroso.  Y encima mientras lo cambias el niño se ríe.  Igual es de verte con la pinza de tender la ropa puesta en la nariz.  Todo puede ser.

Quinta parada.  Bocadillo frío.  Estómago jodido.  Niño dormido.  Hermana cansada y madre desaparecida.  Otro jueves más en mi vida.

Sexta parada.  Ya desayunaré mañana.  Zzzzzzzzzzzzz

2 comentarios:

María dijo...

Esto lo sabe todo el mundo: únicamente pueden cambiar los pañales los padres mientras se esté comiendo. El resto nos morimos de asco.

Anónimo dijo...

Cuando tienes hambre de verdad, no hay pañal que te pare. Te bebes un sorbito de cerveza, aahhhhhhhhhjjjjjjjjj y no del vino ese avinagrado ,que te regalan cada año en el lote de Navidad en la empresa y ¡ala a comer! Te aseguro que si bebes la pócima que te puedo dejar , cenas ,desayunas y no paras de comer hasta que te quitas el sabor del vino malo en la boca.